Desde pequeña supe que era especial, diferente. Cuando tenía apenas tres años descubrí que dentro de mí ardía un fuego, más no contaba con que pronto, otros también lo notarían y harían todo lo posible por apagarlo. Vivir apasionadamente nunca ha sido una decisión consciente para mí. Es simplemente parte de quien soy. No sé ser alguien distinta a quien soy. Este fuego, después de 25 años, sigue ardiendo en mi pecho.
– ¿Qué haces Elena?
– Estoy haciendo pipí, Lucas
– Regresa a la cama conmigo. Acuéstate aquí.
– Levántate ya, que no puedes llegar tarde a tu entrevista.
Los sueños son complicados. Se encuentran ahí en una especie de universo paralelo, tentándonos siempre a buscar el portal y trasladarlos a nuestra aparente realidad. Elena siempre ha sido una soñadora. Sabe que soñar cuesta caro y es por ello que mide sus riesgos. Conoce el fracaso y al igual que todos, a veces se resiste a su propia vulnerabilidad, pero cuando de amor se trata, Elena siempre lo intenta hasta el final.
Es un sábado por la mañana y Lucas se encuentra nervioso. Yo sé que él es el mejor en lo que hace y que la compañía se enamorará de él, de su pasión y de su trabajo. Desafortunadamente Lucas no sabe lo bueno que es. A veces me dan ganas de sacudirlo y hacerle ver que no tiene nada de malo saberse bueno en algo. Quizá sea porque así lo han educado sus padres, pero en mi opinión, esa visión de él mismo es un obstáculo en su camino. Ojalá pudiese verse a él mismo a través de mis ojos. Ojalá confiara en él mismo y en su talento como yo lo hago.
– Elena, ¿crees que la corbata es demasiado?
– Amor, no intentes impresionarlos con una corbata. No la necesitas. Lo importante es que les demuestres quien eres. Vas a ver que no van a pensarlo dos veces.
– ¿Por qué me apoyas tanto? Tú sabes lo que significa que consiga este trabajo. ¿No te importa?
– Lucas, yo te amo y esta es una excelente oportunidad.
– Además sólo es una entrevista, ¿cierto?
Lucas besó mi frente y salió por la puerta de su departamento. Yo acostumbro pasar la noche en su departamento desde hace ya unos seis meses. Nuestra relación es algo tan hermoso y tan real. Lucas y yo tenemos una conexión. Él fue la primer persona en permitirme ser yo misma sin ninguna clase de restricción. Conoce los detalles más vergonzosos de mi vida, todas mis facetas, las buenas, las tontas, las malas y las complicadas. Conoce perfectamente mis manías extrañas en la cama y las encuentra adorables. Lo que hay entre Lucas y yo es algo mágico.
No me molesta hacer las labores domésticas cuando paso la noche en casa de Lucas. Lejos de su familia Lucas a veces parece sentirse algo perdido. Para él su familia es a quien le debe todo lo que es y cada uno de sus logros son en parte logros de sus padres, quienes han hecho grandes sacrificios para que él esté donde está. A veces me parece extraña la relación que tiene con sus padres, pero mi experiencia es muy distinta a la de él. Mi casa siempre ha sido un espacio de confrontación constante. Todo es cuestionable, sin importar que mis padres tengan la autoridad.
Elena no lo sabe, pero Lucas es un tomador. Lucas tomará todo lo que Elena le dé, y le dará en la medida que no implique sacrificio alguno para él. Sin embargo, el día que dar duela, Lucas se marchará con todo lo que Elena le ha dado, y Elena se sentirá sola y vacía.
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