Sabias reflexiones de una gran mujer que admiro mucho.
De niña había un asunto que me daba enormes vueltas en la cabeza: encontrar al amor de mi vida. Quizás por culpa de los pájaros de las princesas de Disney, con sus historias inverosímiles acerca de las relaciones interpersonales, las novelas de Televisa o mi educación católica que admitía a un sólo hombre en mi vida futura. La cosa es que yo estaba convencida de que uno de mis más grandes objetivos en la vida sería encontrar a ese ser mitad príncipe, mitad galán de novela, con el que podría casarme y vivir una vida de cuento de hadas, en un castillo enorme y sin las penurias de la realidad moderna. Y el tema me agobiaba porque yo, a diferencia de María la del Barrio, sabía que el mundo era vasto; mi mente infantil asumía que Diosito, desde antes de nacer yo, ya me había asignado al hombre de mis sueños. Pero…
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Hermosa, sabes que la admiración es mutua y muy grande. Me encanta leerte y compartir lo que una mujer fuerte y poderosa (además de empoderada, haha) vive y siente.
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